MUJER, SOCIEDAD Y ARQUITECTURA

Si echamos un vistazo a la historia de la arquitectura, encontramos que pocas mujeres han logrado encabezar o al menos entrar en las filas de ser reconocidas internacionalmente en este mundo. Siendo el 2021 solo cinco mujeres han sido galardonadas con el premio Pritzker: Zaza Hadid, Kazuyo Sejima e Ivonne Farrell, Shelley McNamara y Anne Lacaton junto con su socio Jean-Philippe Vassal, ganadores del premio de este año.

Hasta finales del siglo XIX, las mujeres empezaron a matricularse en universidades técnicas y a obtener licencias de arquitectura. Pero este acceso a la educación superior no les garantizaba una carrera exitosa. Sophia Hayden Bennett, fue la primera mujer en graduarse del MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts) en 1890. En 1981 con apenas 21 años, ganó una competencia para diseñar un edificio de tres pisos, su diseño fue al estilo renacentista italiano, pero al ser mujer fue señalada por sus compañeros varones ya que creían que no tenía la capacidad para supervisar la construcción, así mismo el Comité de construcción le exigía frecuentemente cambios en su diseño. Al final fue galardonada por “su delicado estilo, gusto artístico, genialidad y elegancia del interior”, pero poco después de que la exposición terminará el edificio fue demolido. Debido a la discriminación de género, Hayden no pudo encontrar un trabajo en su profesión y se vio obligada a trabajar como profesora de dibujo en una escuela.

Un poco más afortunada fue Marion Mahony Griffin, quien también se graduó del MIT, además fue una de las primeras mujeres en los Estados Unidos en recibir una licencia de arquitectura. En 1895, consiguió un trabajo como asistente de Frank Lloyd Wright y trabajó con él durante más de catorce años, pero permaneció en las sombras. Diseñó edificios y muebles, creó increíbles vidrieras y paneles y pintó acuarelas, que probablemente constituían casi la mitad del portafolio de bocetos de Wright.

Para comienzos del siglo XX parecería que las mujeres tenían la oportunidad de hacer lo que amaban, pero era una ilusión, todavía estaban lejos del reconocimiento de sus talentos. Por ejemplo, la Bauhaus, la escuela de arquitectura más progresista de la época, comenzó a admitir abiertamente a mujeres calificadas en 1919, pero una vez admitidas, los maestros las alentaban a elegir oficios femeninos. Por ello, las mujeres que soñaban con convertirse en arquitectas, escritoras y artistas terminaron en el arte del telar.

Para 1926 la arquitecta francesa Eileen Gray logró no solo diseñar uno de los íconos de la arquitectura modernista: la Casa E-1027 sin una educación especializada, Gray estudió bellas artes en la Slade School de Londres, fabricó muebles, decoró interiores y sólo comenzó a construir a los cuarenta y seis años cuando conoció al arquitecto Jean Badovici. A principios de 1920, compró un terreno en Roquebrune-Cap-Martin, después de pasar tres años en el estudio del terreno, Gray completó su proyecto y presentó la casa llamándola E-1027. La arquitectura de Eileen Gray estaba muy por delante de su tiempo. A pesar de todo esto, el reconocimiento al trabajo de Gray recién llegaría en 1967 con un ensayo escrito por Joseph Rykwert. Hasta ese entonces, el mérito había sido adjudicado completamente a Badovici e incluso a Le Corbusier (Jason Sayer, 2018).

La arquitecta modernista brasileña Lina Bo Bardi se enfrentó a la misma situación veinte años después. Su diseño innovador a menudo sorprendió al público: en 1950 se construyó la Casa de Cristal, la primera casa con paredes de vidrio, y luego con el mismo principio, el Museo de Arte de São Paulo con ventanas panorámicas.

 Las obras de Lina Bo Bardi y Eileen Gray no fueron reconocidas de inmediato, pero ahora sus edificios todavía se ven modernos. Pero lo principal es que con su ejemplo demostraron que hay un lugar para la mujer en la arquitectura y no está a la sombra de un hombre.

Villa E-1027 / Eileen Gray y Jean Badovici.
Villa E-1027 / Eileen Gray y Jean Badovici. Imagen © Manuel Bougot