En 1945 mientras el mundo estaba viendo finalizar una de las guerras más grandes y destructivas de la historia, en Colombia se estaba escribiendo la historia de la primera mujer graduada de arquitectura.
Luz Amorocho fue la primera arquitecta del país, quien dio ejemplo a que otras mujeres siguieran sus pasos y decidieron también estudiar arquitectura en la Universidad Nacional. Luz nació el 23 de abril de 1922 en la ciudad de Bogotá y uno de sus grandes legados fue su desempeño en esferas tanto privadas, públicas y de la academia. Trabajo en el Departamento de Arquitectura del Ministerio de Obras Públicas siendo designada como parte del equipo que reconstruyó el puerto de Tumaco. En la empresa privada trabajo en la firma Cuéllar, Serrano Y Gómez, firma de ingeniería y construcción, y en lo académico fue directora del programa de Delineantes de Arquitectura, en la Escuela Secundaria de Cultura Femenina de Cundinamarca, hoy conocida como la Universidad Mayor de Cundinamarca. También trabajó en la Universidad Nacional como directora de la Oficina de Planeación Física.
Con una personalidad fuerte, un carácter impecable logró defender sus ideales y ser escuchada por la vanguardia moderna de los años cuarenta, siendo parte de la búsqueda de la modernización de Colombia en el siglo XX.
Si quiere conocer más de este icono de la arquitectura colombiana entra aquí: LUZ AMOROCHO CARREÑO 1922 – 2019, por Ana Maria Pinzón – Ximena Covaleda
MUJERES QUE HACEN TERRITORIO: EVENTO QUE SE REALIZÓ DEL 8 AL 31 DE MARZO, ORGANIZADO POR LA CESCA NACIONAL CON EL APOYO DE LA SCA EN SU SEGUNDA VERSIÓN.
Esta iniciativa de la CESCA (Colectivos de estudiantes SCA) tiene como fin la conmemoración del mes de la mujer, el fin fue visibilizar el papel que tiene la mujer en la construcción de un mejor territorio, para ello se realizaron 22 conversatorios que tuvieron a la mujer como centro de discusión. Con un sentido discurso Paola Andrea Castellanos Gonzales, coordinadora nacional de la CESCA dio inicio a ese evento, las palabras fueron las siguientes:
“La mujer que camina delante de la sombra, hoy todas ellas son el resultado de aquellas primeras mujeres que alzaron la voz, aquellas que con temor y rebeldía lucharon contra las pocas oportunidades que tenían, porque soñaron, pensaron y sintieron que su papel, nuestro papel, no es más que el complemento del territorio. A ellas les debemos un momento de silencio, un abrazo desde el alma, unas gracias, porque hoy en día aunque nuestros escenarios pueden ser hostiles, en algún momento nos permitieron poder llegar un poco más lejos, para que todas danzadas tomadas de la mano, rompiéramos con las cadenas de la desigualdad, buscáramos en este mundo un mejor lugar para que juntos, como seres vivamos en armonía y en equilibrio. Porque ellas, a su fuerza conmemoramos nuestra libertad y hoy en la apertura de este evento que quiere llegar a todos los territorios de Colombia, damos las gracias a este espacio a la Sociedad Colombiana de Arquitectos, a la unión entre las regiones, entre amigas y mujeres que desde hoy dialogamos para poder sensibilizar nuestro papel en el mundo.”
Abrir estos espacios para sensibilizar, concientizar y dar voz, son tan importantes en una actualidad que lucha por romper las barreras de género y así mismo con los estereotipos y lograr la equidad que tanto necesita Colombia. Por ello damos gracias a esta iniciativa y los invitamos a revivir este evento en nuestro canal de Youtube.
Ser arquitecto, incluso hoy, sigue siendo una de aquellas profesiones en las que se expresa la desigualdad de género: según diversas fuentes, las mujeres que ejercen la arquitectura son sólo alrededor del 33.4% en Colombia.
En la SCA contamos con talentosas mujeres líderes de la industria que están comprometidas con la práctica de su profesión y a su vez buscan la equidad de género a través de la arquitectura y el diseño. Parte de su accionar es brindar un mayor equilibrio a la sociedad, de resaltar la función social de la arquitectura, abrir espacios de diálogo, de participación y de empoderamiento, entendiendo las necesidades de la mujer y así mismo construyendo país.
El papel activo de estas mujeres se refleja en la lucha y la resiliencia de romper con los estigmas a los que se enfrentan al ser mujeres arquitectas. Estas mujeres han surgido a pesar de toda la resistencia, fracturando estereotipos y convirtiéndose en ejemplo para las nuevas generaciones de arquitectas, así mismo han logrado en paralelo convivir con la dicotomía entre lo público y lo privado, cumpliendo con sus distintos roles sociales como es el rol de madre, esposa, entre otros, y convirtiéndose en profesionales responsables, siendo exitosas en ambos.
Es por ello por lo que en el mes de la mujer las felicitamos y admiramos por ser agentes de cambio, independientemente de su género, no las homenajeamos por ser mujeres sino por su labor en la construcción de una mejor sociedad, de hacer democracia y territorio.
Si echamos un vistazo a la historia de la arquitectura, encontramos que pocas mujeres han logrado encabezar o al menos entrar en las filas de ser reconocidas internacionalmente en este mundo. Siendo el 2021 solo cinco mujeres han sido galardonadas con el premio Pritzker: Zaza Hadid, Kazuyo Sejima e Ivonne Farrell, Shelley McNamara y Anne Lacaton junto con su socio Jean-Philippe Vassal, ganadores del premio de este año.
Hasta finales del siglo XIX, las mujeres empezaron a matricularse en universidades técnicas y a obtener licencias de arquitectura. Pero este acceso a la educación superior no les garantizaba una carrera exitosa. Sophia Hayden Bennett, fue la primera mujer en graduarse del MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts) en 1890. En 1981 con apenas 21 años, ganó una competencia para diseñar un edificio de tres pisos, su diseño fue al estilo renacentista italiano, pero al ser mujer fue señalada por sus compañeros varones ya que creían que no tenía la capacidad para supervisar la construcción, así mismo el Comité de construcción le exigía frecuentemente cambios en su diseño. Al final fue galardonada por “su delicado estilo, gusto artístico, genialidad y elegancia del interior”, pero poco después de que la exposición terminará el edificio fue demolido. Debido a la discriminación de género, Hayden no pudo encontrar un trabajo en su profesión y se vio obligada a trabajar como profesora de dibujo en una escuela.
Un poco más afortunada fue Marion Mahony Griffin, quien también se graduó del MIT, además fue una de las primeras mujeres en los Estados Unidos en recibir una licencia de arquitectura. En 1895, consiguió un trabajo como asistente de Frank Lloyd Wright y trabajó con él durante más de catorce años, pero permaneció en las sombras. Diseñó edificios y muebles, creó increíbles vidrieras y paneles y pintó acuarelas, que probablemente constituían casi la mitad del portafolio de bocetos de Wright.
Para comienzos del siglo XX parecería que las mujeres tenían la oportunidad de hacer lo que amaban, pero era una ilusión, todavía estaban lejos del reconocimiento de sus talentos. Por ejemplo, la Bauhaus, la escuela de arquitectura más progresista de la época, comenzó a admitir abiertamente a mujeres calificadas en 1919, pero una vez admitidas, los maestros las alentaban a elegir oficios femeninos. Por ello, las mujeres que soñaban con convertirse en arquitectas, escritoras y artistas terminaron en el arte del telar.
Para 1926 la arquitecta francesa Eileen Gray logró no solo diseñar uno de los íconos de la arquitectura modernista: la Casa E-1027 sin una educación especializada, Gray estudió bellas artes en la Slade School de Londres, fabricó muebles, decoró interiores y sólo comenzó a construir a los cuarenta y seis años cuando conoció al arquitecto Jean Badovici. A principios de 1920, compró un terreno en Roquebrune-Cap-Martin, después de pasar tres años en el estudio del terreno, Gray completó su proyecto y presentó la casa llamándola E-1027. La arquitectura de Eileen Gray estaba muy por delante de su tiempo. A pesar de todo esto, el reconocimiento al trabajo de Gray recién llegaría en 1967 con un ensayo escrito por Joseph Rykwert. Hasta ese entonces, el mérito había sido adjudicado completamente a Badovici e incluso a Le Corbusier (Jason Sayer, 2018).
La arquitecta modernista brasileña Lina Bo Bardi se enfrentó a la misma situación veinte años después. Su diseño innovador a menudo sorprendió al público: en 1950 se construyó la Casa de Cristal, la primera casa con paredes de vidrio, y luego con el mismo principio, el Museo de Arte de São Paulo con ventanas panorámicas.
Las obras de Lina Bo Bardi y Eileen Gray no fueron reconocidas de inmediato, pero ahora sus edificios todavía se ven modernos. Pero lo principal es que con su ejemplo demostraron que hay un lugar para la mujer en la arquitectura y no está a la sombra de un hombre.
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