Una ciudad propicia para la felicidad

Una ciudad es un medio para una manera de vivir. Durante los dos periodos en que fui alcalde de Bogotá trabajamos y batallamos, junto con un extraordinario equipo de colaboradores, por hacer de esta una ciudad más hermosa y respetuosa del ser humano, que propiciara la igualdad y la vida civilizada.

Con el desarrollo económico, ahora los hogares son cada vez más pequeños. Un gran porcentaje en aumento de hogares en las ciudades colombianas son de solo dos, o incluso, de una persona. De modo que nuestros amigos empiezan a ser como nuestra familia. Por consiguiente, las viviendas también son más pequeñas, por lo cual ahora pasamos más tiempo despiertos, afuera, que dentro de ellas. Nuestra ciudad se ha convertido cada vez más en nuestra casa, el lugar en donde nos merece- mos ser felices.

Sin embargo, uno de los grandes obstáculos para alcanzar la felicidad es la desigualdad social, que haya personas que se sientan inferiores o excluidas. Por esto, una buena ciudad puede contribuir a construir igualdad en la medida en que logre que ciudadanos de diferentes niveles de ingresos económicos se encuentren como iguales en espacios públicos, en el transporte público, así como en actividades sociales, culturales y deportivas.

Una ciudad que posibilite una aproximación a la igualdad de calidad de vida, al facilitar el acceso a parques, a campos deportivos, a clases de música o de pintura. Y que hace efectiva la igualdad democrática, cumpliendo con aquello de que todos los ciudadanos son iguales y, por lo tanto, que un ciudadano a pie, o en bicicleta, tenga derecho al mismo espacio vial que uno en un automóvil. Esta igualdad democrática trae como consecuencia que el interés general prevalezca sobre el particular, dando prioridad en el uso del espacio vial al transporte público, transformando, por ejemplo, campos de golf privados en parques públicos, o impidiendo la privatización de los frentes de agua.